HISTORIA DEL SANTUARIO

Fundación de la Cofradía de la Virgen Peregrina y orígenes del Santuario

La construcción del actual Santuario de la Virgen Peregrina arranca en junio de 1778, año de la muerte de Voltaire y Russeau, en el último tercio del siglo XVIII durante el reinado de Carlos III y en honor de la Virgen que -procedente de Éfeso según reza la leyenda-, quiso hacer peregrinaje a pie a la tumba del apóstol Santiago, y en Pontevedra se paró a descansar.

El origen verdadero de la Cofradía es bien distinto de lo que cuenta la leyenda, pero no por ello menos bello. Cuentan las crónicas que en 1753 unos niños del barrio de Nuestra Señora del Camino pidieron al por entonces Arzobispo de Santiago, D. Bartolomé Rajoy y Losada, la creación de una Hermandad dedicada al culto de la Virgen del Camino y, por tanto, bajo la misma advocación que la titular del templo en el cual tendría su sede. Dicha petición fue aceptada -«por ser un fin santo y devoto«-, el 8 de diciembre de ese mismo año, por el Concejo rector del templo de la Virgen del Camino -hoy desaparecido-, siendo el documento firmado por los Señores Justicia y Regimiento de la Villa de Pontevedra.

El 10 de enero de 1754 se reúne la Junta General de la nueva Hermandad para establecer sus Constituciones y Estatutos, siéndole concedido el carácter de Congregación religiosa, en el Decreto del 29 de abril, por el Ordinario Eclesiástico Diocesano. También se le concedió el título de Congregación Secular, según Real Acuerdo del Reino. Esta Congregación llevará el nombre de Nuestra Señora del Camino.

Entre los acuerdos que dicha Junta General tomó, se decidió la admisión como cofrades del por entonces Papa reinante, Benedicto XIV, y de sus sucesores, al por entonces monarca de la corona de España, Fernando VI y a la Reina y sus sucesores en la Corona, al Arzobispo de Santiago D. Bartolomé Rajoy y Losada y su Provisor D. Antonio de los Ríos y a los posteriores sucesores en el Arzobispado de Santiago.

Poco a poco aumenta la devoción a esta imagen, con el lógico resultado del incremento de las donaciones y del patrimonio, lo que posibilita que, entre 1758 y 1762, se confeccionen algunos vestidos nuevos para la Virgen y el Niño con paños de seda donados por Dª Sebastiana de Castro Monteagudo, y un rostrillo de plata dorada, con piedras y brillantes engarzados, obra del platero pontevedrés Juan Ignacio Carballido. A modo de curiosidad, comentar que las piedras se trajeron de Portugal, y que el coste de la pieza fue de 737 reales.

Durante algunos años la imagen de la Virgen Peregrina -que entonces era conocida como Nuestra Señora del Refugio, Divina Peregrina- fue venerada en el templo de Nuestra Señora del Camino. Cada día que pasaba se incrementaba el número de fieles que le rendía culto, hasta el punto de surgir desavenencias entre la cofradía de la Virgen del Camino, propietaria del templo, y la cofradía de la Peregrina, consecuencia natural de tener dos imágenes con el mismo título pero con diferente tutela bajo el mismo templo, y que además celebraban su festividad el mismo día.

Por ello la Junta acordó que para diferenciar el culto que esta nueva Cofradía rendía del que ya existía a la Patrona de la Capilla de la Virgen del Camino, se fijaría el 21 de noviembre como la fecha de la festividad de la Patrona, fiesta de la Presentación de la Virgen. El 8 de diciembre de 1757 como consecuencia de la pérdida de fieles al suspenderse las procesiones a causa de la lluvia por celebrarse la festividad casi en pleno invierno, la Junta decide trasladar la festividad de la Virgen al segundo domingo de agosto, fecha que todavía hoy se mantiene.

En ese mismo año del cambio de la fecha de la celebración de la fiesta en honor de la patrona, se construye un altar para su imagen y se sitúa en el lado del evangelio de la nave de la Capilla de la Virgen del Camino. Este altar fue realizado por el artista Gaspar de Canle, contando con las colaboraciones del escultor Alberto Hermida, del carpintero José de Bouza -quien realiza el «guardapolvo de dho colateral y su tablado«- y del cerrajero Tomás Buceta, quien realiza las varillas y hacheros del altar. Sobre esas fechas se realiza también la corona de plata para la Virgen, obra del platero Francisco López de la Peña.

A pesar de todos estos cambios para tratar de mitigar los roces y malentendidos entre ambas congregaciones, los enfrentamientos prosiguen y llegan a tal punto, que en 1775 el Regidor de la Villa, D. Benito de Pazos de Borbén, por vez Decano y Tesorero de la Capilla, prohíbe a la Congregación de la Peregrina seguir pidiendo limosnas «prettestando qe siendo la Ymagen del Santuario y la de la Congregación de un mismo titulo se empattaban o ympedian la Limosna la una a la ottra, y que por esto podia Decaèr la fabrica o erario del Santuario e ymagen antiguas«.

Para evitar que la nueva imagen siguiese manteniendo el mismo título que la del templo que la alojaba, la Junta se reunirá el 21 de abril de 1776 acordando cambiar el título de su Patrona por el de María Santísima del Refugio la Divina Peregrina. Esta nueva advocación pretendía representar los misterios de las Peregrinaciones de la Virgen, por lo que en el fondo seguía íntimamente vinculada a la de la Virgen del Camino, protectora de los peregrinos.

Se faculta entonces a dos cofrades, D. Bernardo Joseph de Mier y a D. Tomás Precedo, para que en nombre y representación de la Congregación, escriban al Guardián del Colegio Seminario de Propaganda Fide de Sahagún de Campos, en León, y soliciten información detallada sobre la iconografía y culto de la Virgen Peregrina que allí se veneraba, como se puede leer en la documentación que aún se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Pontevedra:

«…solicitando poner estta Congregación y Sta Imagen como Yjuela de aquella para gozar en quanto sea posible de las Yndulgencias y Prerrogativas que tenga en dho seminario mandando venir la salbe que se le canta para executarlo aqui en los dias que se acostumbra como tambien la novena si la hay…».

El 9 de mayo de ese mismo año de 1776, reciben contestación a la carta enviada. En dicha respuesta el padre Guardián del Convento Franciscano de Sahagún de Campos, manifiesta muy buenos deseos pero no envía estampa ni novena de la Virgen, «a causa de q. aunq. en varios años se han impreso muchas, oy dia nos hallamos sin una por señal y aun sin lamina por averse ya gastado«.

Sin desanimarse por estas dificultades, la Congregación encarga una imagen de la Virgen Peregrina que es colocada el 9 de agosto de 1776 en su altar de la Capilla de la Virgen del Camino. Esta imagen toma como modelo el proporcionado por el Mayordomo de la Congregación, D. Bernardo José de Mier, quien aporta para ello una estampa bordada de su propiedad de la Virgen Peregrina que se veneraba en Sahagún.

A pesar de todos estos cambios, los roces y enfrentamientos entre la Congregación y los responsables del culto de la Capilla de la Virgen del Camino se agravan cuando el Ayuntamiento de la Villa intenta impedir la colocación de la nueva imagen en su altar y la celebración de la novena, llegando a prohibir el culto y solicitud de limosnas en nombre de la Virgen Peregrina.

Finalmente, el 30 de noviembre de 1776, la justicia y el gobierno municipal, por estos y otros motivos, acuerdan que constituía un perjuicio para la congregación de la Virgen del Camino que estuviesen ambas cofradías en el mismo templo, y ordenan a la Cofradía de la Peregrina que retiren la imagen de la Virgen y el retablo, así como los restantes efectos de la Congregación, del templo de la Virgen del Camino, y que sean reubicados en la iglesia o capilla que más les convenga, llegando a sugerir incluso que utilicen para ello «algunos de los Baldios de esta Villa» que el Ayuntamiento tenía por entonces.

Así pues, el 5 de diciembre de 1776 la directiva de la Cofradía de La Virgen Peregrina es notificada por el Ayuntamiento del acuerdo alcanzado. Deciden entonces retirar la imagen del Santuario del Camino en el plazo indicado y trasladarla a una nueva capilla, pidiendo a los Procuradores Generales que les indicasen y concediesen el lugar más apropiado para ello.

La imagen es trasladada entonces a un solar cedido al efecto por el Municipio que está situado a la izquierda de la puerta de Trabancas. En ese solar estaba ubicado el negocio de Alonso González, uno de los integrantes de la Cofradía, el cual consiente ceder su terreno a cambio de su permuta por el situado a la derecha de la mencionada puerta de Trabancas.

Al día siguiente de la concesión de este solar, la Cofradía comprueba in situ que construir la capilla en ese lugar haría que ésta quedase casi pegada a la muralla lo que dificultaría evitar las infiltraciones de agua del muro y desluciría el efecto final del nuevo templo. Así que solicitan nuevamente al Ayuntamiento que, sin renuncia al solar previamente cedido, se les proporcione también otro terreno vecino «…Baldio qe estta delante de la Puertta de las trabancass caminando hacia el Rouco: de forma que en èl se pueda erijir en el modo Posible avittacion a Maria santtisima representtada en su sagrada ymagen en un edificio que pueda Hermosear la enttrada del Pueblo…«.

El 13 de diciembre el Ayuntamiento contesta afirmativamente a la petición y concede el solar pedido, imponiendo a cambio una serie de condiciones conducentes a mantener las distancias adecuadas con otras obras y caminos ya existentes, y a respetar y reparar perpetuamente el «caño del agua a la Fuente de la Herreria» por encima del cual tendría que ser erigido el nuevo templo y a que en el mismo existan lugares permanentes para la autoridad municipal, como recogen las crónicas de la época:

«……y por cuio reconocimientto unicamente ha de ser obligada a mantener en la Capilla que erijan bancos de la Villa, y estta la presidencia en ella ttodas las Vezes que quisiese asistir a las funziones que en ella se celebren sin que se evidenzie ottra mas paga, y pension.»

Hasta no poder disponer de templo propio, se decidió iniciar ese mismo día en el lugar señalado las obras para erigir una sencilla capilla provisional de madera, que fue finalizada el 23 de diciembre con un costo total de 1.813 reales y 6 maravedís. Al día siguiente -24 de diciembre de 1776-, se celebrará la misa inaugural en la primera capilla dedicada a la Virgen Peregrina de Pontevedra, nacimiento del actual Santuario que hoy todos conocemos.

Desde el inicio de la construcción de la Capilla de madera, estaba claro que ésta había de ser una construcción provisional, y que el fin último era construir un templo en piedra que acogiese dignamente a la imagen de la Virgen y a sus devotos. Así, el 21 de abril de 1777 se recibe una donación del escribano Jacobo de Moldes, la primera para el nuevo templo que se pretendía construir, consistente en una buena cantidad de piedra que provenía de una casa que Manuel Meijueiro había comenzado a construir en el barrio de San Bartolomé.

Al año siguiente, en marzo de 1778, se abre una cantera en un monte propiedad de la Congregación en San Amaro de Moldes, iniciándose el 5 de junio la obra de los cimientos del edificio. Finalmente siendo Romano Pontífice Pío VI y Rey de España Carlos III, el 18 de junio se pone la primera piedra del actual santuario -financiado en su totalidad por su Cofradía-, por iniciativa de don Bernardo José de Mier con el acuerdo del pontevedrés Ignacio de Ponte y con planos del sargento del Regimiento de Milicias Provinciales de Pontevedra, Antonio Souto (1778-1782). Este último es citado en algunos documentos como «maestro cantero» pero muy probablemente perteneciese al cuerpo de ingenieros militares. Muy poco se sabe de la vida y obras de este «maestro cantero» del que sólo se conoce esta magistral edificación. Basta recordar las palabras de Sánchez Cantón en su informe a la Real Academia: «La nula nombradía de Soto, del cual se ignoran las demás construcciones, es notoria injusticia: tan magistral y primorosa es la capilla pontevedresa.«

En realidad, además del Santuario, a Souto sólo se le conoce la firma de los formales de una casa de D. Fernando de Andrade en 1782, y el diseño claramente clasicista de la Puerta de Santo Domingo de la Muralla de la ciudad en 1789.

El Santuario es uno de los templos de la Ilustración más representativos y característicos de la ciudad de Pontevedra, catalogado como una mezcla de barroco gallego tardío y de las formas neoclásicas imperantes en el final del siglo XVIII. La planta circular -junto con el vestíbulo rectangular, el presbiterio y la fachada-, configuran una tipología de concha de vieira, símbolo por antonomasia del peregrinaje a Santiago, y en combinación con la cabecera y las dos sacristías salientes laterales, señalan la forma de la cruz.

Desde agosto de 1781 no hay referencia alguna en la documentación que aún se conserva sobre la continuidad en la obra del autor de los planos originales, Antonio Souto, ni tampoco razón aparente alguna que permita conocer por qué abandonó o no continuó al frente de la misma.

La construcción finaliza en 1792, probablemente bajo la dirección de un nuevo maestro de obras llamado Isidro Martínez. Un año después se colocan las campanas, la puerta, las vidrieras y, posteriormente, el atrio. Este último constituido por un antepecho de cantería de labrados remates, dos escaleras laterales de acceso y una fuente central finalizada en una cruz.

Dos años más tarde, el día 2 de agosto de 1794, y tras dieciséis años de obras, fue bendecido el santuario por el párroco de San Bartolomé D. José Gaspar Bermúdez, quien representaba en el acto al Arzobispo de Santiago, fray Sebastián Malvar y Pinto, pontevedrés de nacimiento.

La Virgen Peregrina es hoy la patrona de la Diputación de Pontevedra y del Camino Portugués a Santiago, pero no de la ciudad del mismo nombre como muchos erróneamente creen, honor que recae en la Virgen de la O, y cuya festividad se celebra el 18 de Diciembre.

También ayudaron en gran medida los ingresos derivados de la venta de parte del patrimonio de la Congregación, y en especial, de algunas de las alhajas de la Virgen, como la corona de plata y el rostrillo de plata dorada y pedrería de la antigua imagen. Ambos fueron vendidos en 1781 para ser usadas en la imagen de la Virgen del Buen Suceso sita en el vecino Convento de San Francisco, ya que la Virgen Peregrina, vestida con su característico sombrero de peregrino, no las necesitaba.