Este, en palabras del Papa Francisco, se define como el tiempo con el que preparamos el corazón para acoger a Jesús.
El Papa subrayó también la importancia de prepararse para acoger a Jesús no sólo en la Navidad, sino en todo momento, ya “sea al final de los tiempos, cuando regrese en gloria; ya sea cada día, cuando venga a nuestro encuentro en la Eucaristía, en su Palabra, en nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los más necesitados”.



En el Santuario ya contamos los cuatro domingos de preparación para el nacimiento de Jesús con esta corona de adviento. Cada domingo encendemos una vela, que nos lleva a las palabras de Juan: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida”.